El edificio se muestra como una Caja a modo de depósito experimental, una caja de música donde la Arquitectura, como experiencia espacial, deviene tal como la palabra en el Tiempo. Nace como una apuesta obligada por su posición en el solar y de la búsqueda y protección de las orientaciones que tiene libres. A partir de un programa desmesurado para el solar, se plantea como un juego que deja espacios intersticiales y huecos a través de los que penetra una luz, que da vida a un apretado grupo de espacios aislados.

La caja debe abrirse para que entre el ser y salga la sabiduría. Se abre al norte, en su cara más humana hacia el paseo peatonal. Un acceso que se abre pero se protege en sí mismo, que da paso pero acoge. Es el primer paso de una sucesión espacial interior concatenada. Espacios sucesivos relacionados y gobernados por la luz y por la sombra, sustancial protagonista de la forma.

El vestíbulo se articula por medio del juego de compresión y descompresión del espacio que da paso al atrio vertical vertebrador del edificio, por el cual trepa la escalera principal. Este atrio se plantea como un gran espacio público que articula y vincula la totalidad de las plantas y espacios que giran entorno a él hasta llegar a la coronación, que se abre en todas las direcciones allí donde la luz penetra para inundar el espacio.

La planta baja se destina a las áreas administrativas, las zonas de servicio general y la biblioteca.